Los entremeses

En la actualidad no es muy extraño que cuando alguien comienza a hablar del género teatral de los entremeses, la primera imagen mental que les venga a las personas sea la de una comida. Sin embargo, este género tuvo un éxito y una importancia tan grande en el teatro del siglo de oro español, que sería absurdo dejarlo por fuera en cualquier estudio teatral, más aún si el mismísimo Miguel de Cervantes ayudó a enriquecerlo.

En primer lugar ¿Qué es un entremés? ¿Acaso una pequeña porción de comida para picar mientras se espera el plato principal? Probablemente en el mundo de la cocina sea eso, pero en el teatro es una pieza u obra cómica de un acto, que podía ser escrita en verso o en prosa y solía ser representada entre la primera y la segunda jornada de las comedias del teatro clásico español. En estas obras de relleno lo más imperante era la nota realista con rasgos caricaturescos y la intención jocosa. Por ser solo una escena no había realmente acción, ya que el interés se encontraba en la comicidad verbal y escénica, siendo tan importante el uso de gestos grotescos, persecuciones, peleas y jocosidad disparatada para entretener el público que espera la obra principal. Los personajes típicos de los entremeses eran el bobo, el soldado pobre, el médico, el boticario, el escribano, la fregona, la beata, los estudiantes, los aguaciles y los alcaldes rurales, entre muchos otros, los cuales tenían que moverse en un círculo de risas y carcajadas, que una vez expuesto y desentrañado el problema de la pieza, todo se resolvía en una viva escena de música, bailes y danzas, que indicaban al espectador el final de ese descanso.

La palabra entremés procede del francés y se encuentra documentada desde el siglo XV como una especie de pantomima representada en banquetes cortesanos, ya después en el siglo XVI su uso se generalizó mucho más llegando a ser uno de los géneros más importantes. Tal fue la buena acogida que tuvo el público con estas piezas, que un solo entremés venía a venderse por el triple de lo que costaba una loa, tanto así que si una comedia buena tenía un mal entremés, no lograba una muy buena aceptación, pero si una comedia mala poseía un buen entremés podía mantenerse en cartelera y ser un éxito; cabe destacar que lo que se consideraba éxito en el teatro del siglo de oro no pasaba por lo general de una semana.

Volviendo con el término de entremés, es curioso cómo Lope de Vega  en su Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo lo definió como un género cuya representación solo podía estar vinculada a las bajas clases sociales, paradigma en cuanto a historia y personaje que ninguna obra buscó romper:

De donde se ha quedado la costumbre

de llamar entremeses las comedias

antiguas donde está en su fuerza el arte,

siendo una acción y entre plebeya gente

porque entremés de rey jamás se ha visto,

y aquí se ve que el arte, por bajeza

de estilo, vino a estar en tal desprecio

y el rey en la comedia para el necio. (De Vega, 2013, p. 7-8)

El origen de los entremeses se encuentra ligado íntimamente a los famosos “pasos” de Lope de Rueda, conocidos por muchos como las mejores obras de este autor, siendo además la principal razón por la que merezca un glorioso puesto en el teatro español. Los pasos eran piezas pequeñas destinadas a escenificarse como una cosa de accesoria y de relleno, al principio o en los entreactos de las comedias, con una acción corta y unos  desenlaces tan rápidos  que en ocasiones parecían más bien bromas simplonas gastadas a alguien, cuyas principales características eran la viveza y el ingenio. Como vemos, el argumento como una intriga no existía, todo se reducía a una fugaz escena, tal como en La ciudad de Jauja, en la cual unos bribones le roban la comida a Mendrugo, entreteniéndole con el relato de los prodigios de Jauja. De igual forma tenemos El Rufián cobarde, cuyo personaje Estepa hace quedar en ridículo al bravucón Sigüenza, y encontramos más viveza también en La carátula, en la que Salcedo asusta al mentecato de Alameda haciéndose pasar por un aparecido.

Lope de Rueda acertó muy bien en ubicar los asuntos en un ambiente popular, ya que le ofrecía una gran variedad de personajes a los que simplemente tuvo que caracterizar con unos muy pocos elementos. En su obra encontramos en el escenario a el estudiante, el valentón, el santero, el ladrón, el lacayo, el hidalgo, el negro, la gitana, y el bobo (tipo grotesco al que todo el mundo engañaba y le hacen bromas), que como habrán notado, todos tienen una característica en común: son personajes de la calle. Sin lugar a dudas, estos pasos son los precedentes directos de los famosos entremeses y no solo eso, ya que tienen un valor documental excepcional en cuanto a la frescura y naturalidad como se nos presenta el diálogo, también en la prosa coloquial con espontáneo y pintoresco desaliño, en el colorido del lenguaje que se encuentra lleno de refranes populares y palabras corrientes del habla vulgar, es decir, su gran importancia está en la verdad con la que retrata a sus paisanos y vecinos.

Como hemos visto el entremés fue un género que gozó de una gran fama, razón por la cual muchos grandes escritores hicieran obras de esta clase como Góngora, Quevedo, Calderón y Moreto. Sin embargo, es Cervantes después de Lope de Rueda, el que más contribuyó en el desarrollo de este género con sus ocho entremeses, los cuales constituyen verdaderos dramas en miniatura, llenos de animación, de sutiles observaciones naturalistas, de aguda captación de costumbres y modos de hablar. Estas cortas escenificaciones se caracterizaban por su perfecta ambientación y sobre todo por el acertado dibujo de los personajes, los cuales dejan de ser los mecánicos fanfarrones del pasado, para transformarse en individuos con su propio y peculiar carácter, que los aleja de una forma de lo arquetípico. También podemos encontrar un realismo noble y limpio, que no poseía las concurrentes obscenidades de los demás entremesistas, pero sobre todo podemos apreciar un humorismo jovial y riente,  tan característico de Cervantes que permite suavizar la rudeza de la ironía.

De  los ochos entremeses que escribió Cervantes, los únicos escritos en verso fueron El rufián viudo y La elección de los alcaldes de Daganzo, todos los demás fueron en prosa. Al leer un poco estas piezas nos damos cuenta de que están llenos de inmensa variedad, en los que podemos encontrar temas muy importantes tomados de distintas fuentes de la vida social, como en El juez de los divorcios, en el que varios matrimonios que se encuentran en muy malas relaciones de pareja se presentan ante el juez para que los descase exponiéndoles todos los motivos de su incompatibilidad; dicho juez soluciona los pleitos llamándoles al avenimiento, pues “más vale el peor concierto que no el divorcio mejor” (Cervantes, 1615, p. 8). Muy interesantes también son El viejo celoso y La elección de los alcaldes de Daganzo, en los que el primero nos muestra la inmoralidad que supone casar a un viejo con una jovencita y el segundo una fuerte crítica sobre unas elecciones pueblerinas, que como siempre, termina triunfando el oropel sobre sus verdaderos méritos.

Los problemas de amor no son exentos como se ve en La guarda cuidadosa en la que un soldado y un sacristán se disputan los amores de una linda fregoncica, que al final se decide por el segundo. También tenemos  El Rufían viudo en la que vemos al rufián Trampagos, viudo de la gran Pericona, que se encuentra en el gran conflicto de elegir nueva compañera entre tres candidatas y finalmente un buen ejemplo de la viveza se ve en El vizcaíno fingido, el cual nos presenta a unos bromistas aprovechados que se las ingenian para comer gratis a costa de una cortesana.

 Muchos críticos concuerdan en que de todos los entremeses cervantinos el mejor de todos es El retablo de las maravillas, cuya ironía es tan bien trabajada que se pone en evidencia una vez más la gran sandez de los  hombres en esta época, los cuales preferían dejarse despellejar antes de que pudieran descubrir sus flaquezas. La obra nos cuenta cómo una pareja de charlatanes llamados Chanfalla y la Chirinos llegan a un pueblo y anuncian un espectáculo solo visible para los que no tengan sangre bastarda ni judía. Reunida la gente, los astutos vividores van narrando las supuestas aventuras del retablo, obviamente nadie puede ver, pero nadie confiesa nada por el temor de que la gente descubra que tienen sangre impura. Finalmente es gracias a la llegada de un soldado que se cree víctima de una burla  que logra poner fin a la pantomima al arremeter con su espada.

El principal valor de estas obras se encuentra en la profundidad de su intención satírica, que gracias a la trivialidad de la historia se esconde una fina y contundente crítica que ataca a las costumbres, defectos y vicios sociales de la época, como eran la preocupación por la pureza de la sangre, los matrimonios desiguales, la injerencia de la Iglesia en la política y la credibilidad bobalicona. Como vemos, Cervantes con sus entremeses saca al máximo la capacidad del género, llegando a convertir lo que solamente era una simple acción cómica a excelentes mini dramas llenos de personajes e historias interesantes, pero resulta una gran lástima que estas obras tan brillantes hayan sido opacadas por el gran brillo del teatro lopesco.

Parece que al igual que los pasos, el tiempo de brillo y éxito de los entremeses tenía ya una fecha de caducidad, la cual aparece en 1778 con la prohibición de los teóricos de la ilustración que decidieron prohibirlos por su vulgaridad y chabacanería contrarias al idealismo estético del Neoclasicismo. No obstante también es verdad que ya a finales de los siglos XVII y XVIII la popularidad de estas piezas había caído en una gran decadencia, por lo que parece que era algo ya inevitable su desaparición. Finalmente nuestro querido entremés fue sustituido por el sainete, obra situada entre el segundo y tercer acto, de carácter más extenso y menos lírico, con un argumento más desarrollado.

Alejandro De Azevedo

Referencias Bibliográficas

de Cervantes, M. (1615) Entremeses. Consultado el 26 de junio de 2018. Disponible en:

https://eclass.uoa.gr/modules/document/file.php/SPANLL171/Entremeses.pdf

de Rueda, Lope. (1567) Pasos.  Consultado el 25 de junio de 2018. Disponible en:  https://es.scribd.com/doc/241196342/11-Lope-de-Rueda-Pasos9

de Vega, L. (2013) Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes. Consultado el 25 de junio de 2018. Disponible en:

http://www.biblioteca.org.ar/libros/89363.pdf

Paez, R  y Arconada, L. (1993) Historia Y Antología De La Literatura Española Con Referencias a La Universal. Caracas (Venezuela): Editorial Mediterráneo.

https://es.wikipedia.org/wiki/Entrem%C3%A9s Consultado el 24 de junio de 2018

 

 

 

 

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